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Opinión

Apocalipsis. Lucas Cranach

 

En cierto modo podríamos decir que abandonar el Apocalipsis es un ejercicio pendiente y absolutamente necesario para dejar atrás el pensamiento teleológico, esa gran peste heredada del siglo XX. Si durante la pasada centuria las grandes ideologías devoradoras de almas nos prometieron un Final Feliz tras una “gran purga”, en la actualidad esta visión de la historia como un ente que tiene un destino final se ha invertido, sustituyendo las utopías por distopías, y plagando el imaginario colectivo de fantasmas. Hoy, por doquier, el Apocalipsis es una tendencia de éxito… y las tendencias de éxito debieran ser siempre motivo de sospecha.

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I. FELICIDAD Y TIEMPO DE VIDA

La felicidad humana se basa en la calidad del tiempo vivido, en la acumulación de experiencias vitales que construyan una personalidad plena, al tiempo que generen sentido a través de nuestros actos.

El sentido es la continuidad coherente entre pasado, presente y futuro. 

Entendemos que una vida tiene sentido cuando se construye a sí misma, poseyendo acto y pensamiento, en una relación orgánica y consciente de lo que le rodea. Por contra, entendemos que una vida carece de sentido cuando se pierde esta continuidad, esta coherencia que a modo de hilo une presente, pasado y futuro.

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Creíamos saber que la historia había hecho su aparición en Grecia, junto a la democracia.
Se puede verificar que está desapareciendo del mundo junta a ella.

GUY DEBORD, Comentarios sobre la sociedad del espectáculo

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Detroit. Ballroom, American Hotel. Fotografía Yves Marchand y Romain Meffre

Una duda en la noche:
en el futuro, ¿el espectáculo sólo prevalecerá “destruyéndose” a si mismo?

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*Este texto está basado en la lectura del libro Calibán y la bruja de Silvia Federici

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a. El falso mito de la burguesía revolucionaria

Karl Marx y gran parte de la historiografía marxista, centrando su estudio sobre el final de la Edad Media en el auge de las ciudades y la expansión del trabajo asalariado, vieron en la burguesía una clase revolucionaria que tuvo un papel fundamental en la liquidación del antiguo régimen.

Para el marxismo ortodoxo, el auge burgués y la implementación del trabajo asalariado posibilitó terminar con la atadura del siervo a la tierra y el consecuente desplazamiento del campo a la ciudad de mano de obra que aumentó la producción industrial.

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El mundo entero deberá sufrir una sacudida. Se dará una situación tal que los explotadores serán expulsados de sus lugares y los oprimidos se alzarán.
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El poder a lo largo de la historia se ha basado en la desposesión, en la acumulación de riquezas, tierra y privilegios a través del uso masivo de la violencia. El orden que nos gobierna no es un orden natural y espontáneo, sino el fruto de siglos de opresión, asesinato y muerte, el mundo actual es el resultado de la violencia ejercida por los grupos de poder sobre las comunidades humanas y su imagen es reflejo de esa lucha.

A lo largo del tiempo las clases realmente dominantes han ido mutando la forma de su dominación, obligadas por la presión de las comunidades a adoptar formas de control social nuevas cada cierto tiempo. De alguna forma, toda crisis del poder, toda crisis del capitalismo, es un momento en la mutación de esta estructura de muerte, en el intento – hasta hoy exitoso – de reproducción de la clase genocida mundial como dueña de las sociedades humanas.

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Texto publicado en el nº 7 de la edición impresa de NOTON

4.jpgNuestra decadente civilización, incapaz ya de controlar las fuerzas que ha desencadenado, con una ética, una cultura, una filosofía y una vida cotidiana muy por debajo de sus capacidades técnicas, ha llegado a tal extremo en su fetichismo por el valor de cambio que ha situado a éste, no ya muy por encima del valor de uso, sino muy por encima de cualquier otra consideración.

Ahora, en el momento extraeconómico de la crisis, cuando el capitalismo no respeta sus propias leyes y pide a gritos la intervención estatal para sobrevivir, bajo la forma de rescates al sector financiero con capital público, el poder despliega su hegemonía cultural e intenta inocular a la población con consignas orwellianas del tipo: hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, las medidas las impone la realidad, no hay otra alternativa… Mantras ideológicos cuyo objeto es culpabilizar, resignar y llevar a la inacción, e incluso generar una pervertida solidaridad entre dominadores y dominados. Por eso, es necesario romper esta lógica impuesta por quienes mandan el mundo del valor invertido, reclamar el valor de uso frente al valor de cambio y afirmar No hemos vivido por encima de nuestra posibilidades. ¡Hemos vivido y estamos viviendo por debajo de nuestras capacidades!

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